lunes, 25 de enero de 2010

La persuasión

Persuadir es hacer aparecer en otra persona sentimientos e ideas que nosotros desearíamos que tuviesen.
¿Para qué? Recuerda que nuestras acciones provienen fundamentalmente de nuestros deseos, intereses y emociones, más que de razones abstractas.
La gente hace cosas por motivos emocionales. Por lo tanto, persuadir es influir también sobre las actitudes emocionales de los demás.
La persuasión no consiste solamente en descubrir el perfil emocional de una persona. Hay que buscar las emociones insatisfechas y darles una salida. Escuchar qué les preocupa y arrimar soluciones. En cierto sentido, es también una tarea que consiste en crear, en los demás, un deseo.
Elementos que ayudan a una buena persuasión:
Persuadir tiene que ver con el arte de saber hablar, pues por medio de la palabra se adquiere el poder de persuadir a la gente.
Persuadir es crear relaciones eficaces, que descansan sobre la comprensión y la transparencia. Si otras personas están a tu cargo, produce una relación lo más igualitaria posible. Guía al otro. No lo critiques, no le grites, no lo juzgues. Alguna vez dile algo más que venga hasta dónde estás tú. Ve a su encuentro y parte desde el lugar donde él está.
Para persuadir es necesario establecer una relación transparente, y en lugar de preguntar si quiere comprar o si quiere cerrar un acuerdo, preguntar: “¿Por qué no lo compra?”, ó “¿por qué no cerramos trato?” Hay una sutil pero importante diferencia entre la riesgosa invitación al otro a contestar “Sí” o “No” (pregunta cerrada), y la sincera interrogación por los pensamientos y sentimientos del interlocutor (pregunta abierta).
Si sabes sonreír, sabes persuadir. La sonrisa es uno de los elementos sensibles más importantes en la persuasión. Siempre que sea sincera, su impacto es inmediato. Dice un proverbio chino: “El hombre cuya cara no sonríe, no debe abrir una tienda”.
Persuadir también es ejercer el arte de ceder. La persuasión es la base de una buena negociación, la cual se consigue cuando se ejercita el arte de ceder. "Peleando no se consigue jamás lo suficiente, pero cediendo se consigue más de lo que se espera”.
Si quieres persuadir, se flexible, empezando en la consecución de tus metas propias. La gran pregunta siempre es esta: "¿Cómo puedo vincular lo que yo quiero con lo que él o ella desea?”. Al intentar convencer a alguien, conociendo y respetando su objetivo, ejercemos una influencia, o damos un consejo, pero no hay posibilidades de que las otras personas piensen o sientan que hay manipulación.
Saber escuchar también es persuadir. Escucha al otro pensando que tiene razón desde algún ángulo, y aunque no lo veas, busca esa perspectiva.
Obtén afirmaciones sucesivas del interlocutor. Si uno empieza diciendo que sí, es muy probable que termine diciendo “Sí”. Y si comienza diciendo que no, es muy probable que termine en “No”. Y el número de afirmaciones a buscar antes de que presentes a la otra parte la necesidad de tomar una decisión, es de tres.
Los buenos modales y el humor son elementos de la persuasión, pues tu presencia personal y nuestros modales pueden pesar más que tus palabras. En cuanto a tu propuesta, también debe ser presentada de manera cordial, sin hallarse privada de cierto humor. Cualquier información será más persuasiva si agrada a la gente. Recuerda que los acuerdos no suelen tener lugar en total ausencia de humor.
Los argumentos concretos y directos son mucho más persuasivos que los indirectos y generales.
Si hacen falta grandes cambios, gradúalos todo lo que sea posible. Ten presente que la gente se inclina a actuar como ha actuado últimamente en situaciones similares, por lo que las personas aceptamos mucho más fácilmente los pequeños cambios que las variaciones drásticas en nuestras vidas.
Si tienes una idea o una propuesta, no la considere meramente “suya”. Hay que aprender a trabajar en armonía con la naturaleza humana, en vez de trabajar en contra de ella, si quieres influir sobre la gente. Un aspecto de la naturaleza humana es el principio de rechazar o permanecer indiferente ante algo que parece totalmente ajeno. Por lo tanto, al presentar una idea, no lo hagas con el espíritu de que es “tuya”. Deja participar al otro u otros en esa idea tuya.
¿Quieres lograr una excelente semana?
¿Quieres alcanzar tus metas de estos días?
¿Estás listo para compartir lo mejor de ti con los demás?

1 comentario: