Revista “Día Siete”, número 489, por María Luisa Aguilar G.
La lista de propósitos de año nuevo se ensancha en esta época y está plagada de buenos deseos: bajar de peso, ahorrar, superarse para conseguir un mejor puesto, dejar de fumar o realizar el viaje de los sueños. También puede ser justo una etapa para plantear qué podemos hacer para contar con una mejor calidad de vida.
Es decir, nuestro listado puede enriquecerse si incluimos qué podemos hacer para volvernos más productivos, cómo podemos estar más tranquilos y en paz, y hasta cómo dejar atrás los hábitos que ya no nos sirven.
Nuestra enumeración seguramente podría chocar con la otra cara de la moneda, la que nos demuestra que la angustia, el estrés y la tensión son una constante en nuestra vida diaria. Expertos en psicología social, psicoterapeutas, académicos y estudiosos del tema explican que esto se ha recrudecido por varios fenómenos.
El galopante desempleo y la alta demanda de las empresas son factores que provocan un alto nivel de estrés. Además, la sociedad mexicana está supeditada a otros contextos como el consumismo y a un alto nivel de exigencia, que son modelos que vienen de afuera, lo que se adereza con las tradiciones familiares y creencias religiosas que a veces son positivos y a veces no, de acuerdo con lo que dicta la psicología social.
Los expertos consultados coinciden que nos enfrentamos a una sociedad cada vez más compleja, con mayor presión social y con altos niveles de violencia -lo que cotidianamente vemos en las noticias y que también sucede en las propias casas. De igual forma, hay crisis en las instituciones y en los valores.
Estos padecimientos no son exclusivos de un grupo en particular, sino que en este cuadro cabemos todos: adultos, mujeres, adolescentes, personas mayores, amas de casa, ejecutivos de empresas, profesionistas y niños.
Un estudio reciente patrocinado por la cadena de televisión BBC arrojó que el 40% de un grupo de 1,000 niños con edades entre los seis y los 12 años se sentía tenso por la presión laboral que experimentaban sus padres, ante la crisis económica reciente.
En México, datos del Instituto de Aprendizaje Óptimo para el Desarrollo Humano indican que la presión es bastante semejante en cualquiera de los grupos de estudio. Hoy, por ejemplo, el sector público tiene la misma presión que los organismos del sector privado, mientras que la comunidad estudiantil, aunque se haya preparado bien para aplicar un examen, falla debido a los factores de presión internos y externos.
“Es una sociedad que ha estado atrapada cada vez más en el tema de la economía y que ha perdido o está perdiendo la alegría, que sería el antídoto de todos los males psicológicos”, dice Julio Yunes Kardan, psicoterapeuta y director del Instituto de la Sinergia.
“Tu primer tema, la prioridad número uno, no es tener dinero. La prioridad número uno soy yo como persona. Sentirme bien. La prioridad número uno (tampoco) es el empleo, porque tengo empleo para sentirme bien y no a la inversa. Entonces, ahí perdemos un poco la óptica, precisamente por la angustia”, explica Yunes, con un amplio conocimiento en métodos para combatir al estrés.
La angustia responde a un cuadro complejo, que tiene raíces sociales y de educación y que empieza desde la casa, donde al niño se le prohíbe mostrar enojo o disgusto. La escuela lo fortalece y el medio laboral lo refuerza: así, en nuestros centros laborales nos sometemos a sobrecargas que nos generan angustia, pero no nos permitimos dejar la actividad por un lapso.
Esto contrasta con lo que pasa con algunas razas de animales, como los leones, por ejemplo, que detienen por completo su marcha o lo que están haciendo cuando ven un peligro eminente.
La velocidad con la que nos movemos en Occidente ha propiciado una constante búsqueda de nuevos derroteros, entre ellos los Espacios de Conciencia de Cambio. Así, hace unos años, varias ciudades europeas determinaron establecer un sistema contrario al fast food o comida rápida, y entonces se apostó por lo contrario, por crear ciudades lentas y tranquilas.
Lo curioso es que el desempeño de las economías en esas regiones prosperó, en lugar de caer. Con la mente y el cuerpo relajados, las personas cometieron menos errores en los procesos productivos. Y en la vida misma.
En un torrente de malas noticias, no obstante, se pueden vislumbrar también oportunidades y metodologías que nos pueden llevar a una transición, a una transformación y a una administración óptima del tiempo, lo que se conoce como revolución positiva de cambio.
José Miguel Tafoya, director del Instituto para el Aprendizaje Óptimo, afirma que las crisis también llevan al individuo a enfrentar los sentimientos de ansiedad y sufrimiento y abren paso al autoconocimiento y a la transformación.
Diagnóstico del paciente
Con base en varios estudios del ramo, los mexicanos tenemos una baja tolerancia a sentir frustración, por lo que generalmente pasamos los problemas por alto y no los analizamos o visualizamos.
“Nos quedamos viendo el árbol en lugar de ver el bosque”, dice Gabriela Ruiz, miembro del consejo directivo de la Asociación Mexicana para Ayuda Mental en Crisis, A.C.
La especialista menciona que la sociedad mexicana tiene dos grandes influencias: una que viene de Estados Unidos donde la economía y el consumo son la constante, y la otra, el efecto judio-cristiano, relativo a nuestra religiosidad y a nuestras creencias.
“En el terreno de la psicología social, en México tenemos dos visiones que se llegan a contraponer. Por un lado, está el consumo y por otro, la teoría del respaldo divino, el tú aguanta que Dios proveerá”. Así, en un plano, la sociedad sigue sosteniendo un patrón paternalista, donde las personas estamos esperando a que la vida, el otro, o el gobierno nos echen la mano. Por lo tanto, hay una tendencia a la autocompasión y a la autoindulgencia.
En el otro plano, vivimos el mismo planteamiento hedonista de nuestro vecino del norte. Entonces, todo debe ser fácil, todo tiene que ser rápido, y tiene que ser mucho.
Los escenarios conjugados significan que si no estoy teniendo mucho se debe a que los otros no me están echando la mano, explica Ruiz. Además, la sociedad mexicana experimenta la sensación de no contar con una protección eficaz por parte de las autoridades, quiénes, en el terreno de los hechos, muchas veces abusan del poder.
“Como sociedad, culturalmente hay también una duda sobre cuál es el rol de cada uno de nosotros. La mujer se cuestiona si tiene hijos primero o si primero trabaja. Hay una confusión en las parejas, por lo que las familias se empiezan a desintegrar”, indica la especialista.
Casi el 100% de los cuadros de depresión en seres humanos encuentra un problema de vínculos, que se remonta a la relación afectiva que hay entre el recién nacido y la madre.
Alfredo Pérez Venegas, psicólogo con especialidad en desarrollo humano señala que la sociedad mexicana ha perdido de vista la fijación de metas, a veces por la ausencia de modelos a seguir. Sin un objetivo de por medio, la gente se aburre y en consecuencia le resulta tedioso ir al trabajo, estar con la familia, convivir con los vecinos, o solucionar problemas.
“Más que una depresión -que sí existe, pero en un porcentaje menor- lo que vemos es la falta de una conexión con lo mejor de uno mismo. Tenemos las capacidades y el potencial, pero nos olvidamos de ello”, indica el experto, con estudios en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
En último de los casos, las personas se van por los resultados inmediatos y en el camino se olvidan de la disciplina, de la voluntad y de la persistencia. El reto es contar con metas a más largo plazo y trascender, tal como lo vemos en los ejemplos de las personas que han dejado huella en el campo científico, económico, de la literatura, etc, menciona Pérez Venegas.
“Si no tenemos frente a nosotros el sentido de la trascendencia, lo demás nos empiezan a importar menos y nosotros mismos nos importamos menos. Así nos encaminamos a lo que yo llamo un estado vegetativo”, indica.
En México se ha vuelto común que los estudiantes reprueben los exámenes ya que el bombardeo de pensamientos negativos bloquea su mente. De esta forma, este grupo necesita aprender a relajarse, a crear imágenes y diálogos positivos, a llevar una metodología de estudio. En resumen, necesita aprender a Aprender, por lo que el fomento a la educación es esencial.
Los centros de trabajo, a su vez, carecen de eficacia y de creatividad. “Si a la gente se le educa para hacer bien las cosas, las va a hacer bien, pero por lo general nos planteamos metas que matan. Al final del día, las empresas acuden preocupadas por apoyo, por que no hay los resultados esperados”, menciona uno de los especialistas consultados.
La eficacia consiste en hacer lo correcto, lo que la persona debe hacer para alcanzar lo que quiere lograr y la eficiencia consiste en cuidar los detalles.
“El tema es: desarrolla a tu trabajador. Un mismo trabajador que te rinde una unidad en un año, tres años más tarde probablemente te esté rindiendo cuatro unidades, porque la experiencia también simplifica el trabajo”, indica Yunes Kadan.
Los expertos coinciden que la presión a la que sometemos a nuestras vidas nos nubla la visión y nos hace incapaces de plantear escenarios más saludables. En el terreno laboral, cuando viene un recorte hay un padecimiento por parte de la gente que sale, pero más aún entre la que se queda, lo que provoca un círculo vicioso que empieza por la angustia y que desencadena varios males: ineficacia, pérdida de tiempo, problemas de salud.
La carencia de creatividad tampoco nos permite plantearnos las posibilidades que nos puede brindar el autoempleo. Y la creatividad consiste en no aceptar el mundo como está, sino plantearnos qué es lo que hace falta para poder evolucionar y ser mejores.
“La gente no cree en sus capacidades y vive preocupada, por lo que no tiene el hábito de ser creativa. Como no lo tiene, no sabe cómo confrontar. Desconoce que, al igual que cualquier fortaleza, la inteligencia, la voluntad y la creatividad se pueden desarrollar”, añade Yunes.
Los pasos de los expertos
Si bien la respuesta de estrés es natural en el organismo, cuando alcanza niveles exagerados se transforma en una emoción distorsionada.
Cuando nos estresamos nos aceleramos, perdemos el control de las emociones y empezamos a respirar muy rápido, por lo que para equilibrar estos cuadros debemos tomar conciencia de lo que está pasando por medio de la respiración profunda.
Pérez Venegas señala que en la primera hora de la mañana las personas pueden visualizar lo que quieren hacer a lo largo del día, lo que es un paso sumamente importante. Llegada la noche, podemos hacer un repaso de lo que hicimos y de lo que dejamos de hacer y analizar si la falta del cumplimiento de metas estuvo en nuestras manos o fue provocado por factores externos.
“El tiempo no lo podemos administrar. Es algo que está ahí y lo único que podemos hacer es ponernos tareas o actividades que nos mantengan saludables. En las ciudades grandes, el tráfico te roba muchísimo tiempo, pero tienes la posibilidad de nutrir tu mente escuchado un audiolibro o música que nos relaje”, indica.
Julio Yunes nos plantea la importancia que tiene el cuidado del cuerpo, pues nadie puede ser productivo si tiene hambre y si no cuenta con energías. Pero también el ejercicio es necesario, como necesario es tomar descansos y dormir bien.
“En el futuro, la economía, dependerá de ser eficaces y la eficacia se aprende. Aprender, estudiar y no esperar a que el mundo te venga a decir lo que tienes que hacer. Asumir la responsabilidad de innovar y cambiar lo que ya hay. Hacer las cosas más simples”, señala el experto.
El Instituto de Aprendizaje Óptimo propone que los directivos de empresas tengan presente en su visión y su misión formar ambientes saludables, para lograr que la gente quiera pertenecer a la organización. Para lograrlo se tienen que aplicar una serie de valores que incluyen el valor de la salud física, el de la salud mental y la salud espiritual, que se combinan con los valores de honestidad e integridad.
“Tiene que haber un compromiso muy serio desde la dirección general, desde los líderes. Provocar un cambio de mentalidad y llevarlo al músculo, al cuerpo, a la práctica, no nada más pegar una cartulina en la pared que nos recuerde en qué consiste la misión (de la empresa)” advierte el director de este centro, José Miguel Tafoya.
Gabriela Ruiz resalta la necesidad de poner atención a lo que se hace en el momento presente: si la persona está escribiendo, jugando, platicando, concentrarse en ello, lo que se conoce como Atención Plena. Dar también tiempo a la introspección, para que la persona se observe y se relaje.
“Que yo sienta que fluyo. Fluir significa que me es sencillo. Que estoy como en un Baile, y que aparte siento gozo”, dice.
La Federación Mexicana de Yoga reconoce que en el último lustro, esta disciplina ha cobrado cada vez más adeptos y que hoy el interés no es exclusivo de un grupo, como sucedía antes.
“Hace 10 años sí había muy poca gente, hace cinco era sobre todo algo que se enfocó a las mujeres y hoy en día me parece que es muy ligera la barrera. Sigue habiendo más mujeres que lo practican, pero también hay más hombres que antes, adultos mayores por los problemas de la articulación y varios jóvenes” indica Fabien Lefebvre, director de contenido de las publicaciones de la federación.
Mariana Emiko, profesora de yoga vinyasa, que trata la fluidez corporal y la combinación de movimientos con el control de la respiración a través de secuencias dinámicas, coincide con Julio Cruz, director de arte de la federación, en el sentido de que esta actividad de interés creciente entre los mexicanos es un espacio para poner atención a uno mismo.
“Vivimos en un mundo acostumbrado a ver hacia afuera, a cumplir con las expectativas de los demás, pero pocas veces nos ponemos atención a nosotros mismos, y el yoga te da justamente el espacio para trabajar con tu propio cuerpo, con tus estados mentales. A partir de ahí vas teniendo mucho más conciencia de ti mismo, lo que irremediablemente repercute en que te sientas mejor”, señala Cruz.
Los especialistas en esta disciplina aceptan que si bien el yoga ha cobrado adeptos debido a que hay una especie de moda alrededor del movimiento, en el fondo, la sociedad refleja también la búsqueda por estar bien,
“Lo que es importante es el fin último (de la disciplina), el estado de unión en todas sus fases: lo espiritual, lo físico y lo mental, pues en realidad es una práctica de transformación” añade Emiko-
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