¿Te has cambiado de casa? Caray, como se juntan cosas sin que uno se dé cuenta: manualidades que los hijos hacen en la escuela y nos obsequian, los libros de que nos vamos haciendo, el curso de inglés en video-cintas, la colección de audio-casetes que ya no hay donde escuchar, las cosas que guardamos porque un día “podrían” ofrecerse, y así sucesivamente hasta llenar cajas y cajas.
¿Por qué guardar tanta cosa? Hay muchas razones, como las que pueda tener cada persona para guardar, y una razón diferente para cada cosa que guarda. Aun así, en el fondo de la caja donde vamos guardando todas esas cosas dentro de nosotros, hay una gran fuerza que nos lleva a tomar la decisión de quedarnos con algo que a todas luces ya no tiene fines prácticos –y muchas veces, sentimentales, que en su lado negativo, nos impiden adelantar a un estado de mayor avance humano y de aprendizaje-. Esa fuerza es el miedo. Miedo a no tener la capacidad de reemplazar ese objeto, a no tener la capacidad y recursos internos para traer de nuevo un objeto más actualizado –e incluso ahora, de acuerdo a las nuevas tecnologías que permean cada espacio y momento de nuestras vidas- a nuestro entorno. También miedo de que al dejar ir algo que tiene un fuerte contenido emocional para nosotros, dejemos de honrar la memoria de la persona, de la situación o del momento que está relacionado con ese objeto, o incluso ese recuerdo.
Bien, ¿y ahora que sé esto, que? Tener esta información profunda de porque guardo las cosas no me libera de las conexiones con los objetos, o sentimientos o recuerdos, así que sigo atado, o sea igual que al principio ¿no?
Bueno, tal vez cientos de veces hemos escuchado: “Déjalo ir”. Si, solo que me deshago de algo, y después, en lugar de realmente sentirme aliviado hasta me siento culpable por deshacerme de algo que alguna vez tuvo un propósito en mi vida. Entonces, ¿qué hago?
La recomendación es DEJAR IR. Te diré cómo.
Escoge un lugar cómodo, donde puedas estar tranquilo por unos 15 minutos.
Ahora, ya en ese lugar, toma asiento, donde pueda estar cómodamente sentado, con la espalda recta, el cuello y los hombros relajados, los pies bien asentados en el suelo, las rodillas formando un ángulo recto, y las manos descansando en los muslos.
A continuación, haz unas respiraciones profundas. Ten esmero al hacerlas, recuerda que la respiración profunda se hace levantando el abdomen, para que tu diafragma pueda bajar, provocando que el aire baje a la base de los pulmones -ya sabes que son triangulares, y la base está en la parte inferior- y de esta manera llenarlos por completo.
Mientras estás haciendo estas respiraciones profundas, te vas relajando, cada vez más. Ya en este estado, haz un pequeño viaje por tu mente, por tus recuerdos, y escoge uno en que haya una molestia o incomodidad. Algo que sea manejable, ya que conforme vayas practicando este ejercicio, podrás avanzar en recuerdos más fuertes para ti.
Ahora, pon tus manos frente a tu pecho con las palmas hacia arriba, con los brazos cómodos y relajados, y mentalmente pon una imagen de ese recuerdo en tus manos. Obsérvalo, como hace un observador externo de una situación, y encuentra que en esa experiencia hubo algo positivo, un aprendizaje. Fue algo que pasó en tu vida, y parte de las experiencias y vivencias que el día de hoy te hacen ser quien eres hoy, y por lo tanto, es algo digno de ser honrado en su mejor parte.
En la palma de tu mano izquierda coloca una imagen de ese recuerdo que te molesta o incomoda. Ahora, esa imagen métela en la imagen de un globo. Dentro del globo, va el hecho. En el globo, en la superficie, van las emociones y sentimientos. Aún con lo molesto o desagradable que pueda ser el recuerdo de esa vivencia, es parte de tu historia personal. Por lo tanto, ve esa globo y su contenido, y agradécele haber formado parte de tu ser, y ahora déjalo ir. Ve, mentalmente, como ese globo empieza a elevarse, y mientras sucede esto, notas una sensación de alivio y tranquilidad que inicia a llenar tu pecho. Mientras tanto, el globo continúa subiendo y entonces, también empieza a desplazarse hacia atrás, hacia el pasado, que es donde pertenece.
En este momento, crea una imagen para la parte brillante, esa experiencia, ese aprendizaje, eso positivo con qué haz decidido quedarte, y colócala en las palmas de tus manos. Apréciala, agradécele haberla vivido, y esa imagen ponla, físicamente con tus manos, en el centro de tu pecho. Deja que impregne todo tu ser. Y continua con las respiraciones profundas.
Ahora, aún con esa relajación, cuenta en tu mente del 1 al 3. Al llegar al 3 abrirás tus ojos, y te sentirás perfectamente bien, muy tranquil@ y recargado de energía positiva.
Puedes continuar con tu vida, de una manera más ligera y productiva, hacia el cumplimiento de tus misiones más altas.
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